La travesía del Viajero del alba, tercera entrega cinematográfica de las aventuras fantásticas en el mundo imaginario de C.S. Lewis tras (valga el chiste) abandonar Walt Disney el barco, llega a la gran pantalla en obligado 3D para intentar dar algo de sabor cual Avecrem a un film francamente que no logro captar la atención del publico de la mano de Disney.
Está claro que cuando se adaptó la primera entrega dentro de la longeva e infantil saga del británico C.S. Lewis, gran amigo de J.R.R. Tolkien, de la ahora trilogía cinematográfica de Las crónicas de Narnia, Walt Disney sabía bien lo que hacía. El león, la bruja y el armario resultó ser todo un ejercicio de desproporción en su realización que bebía del enorme éxito de El Señor de los anillos de Peter Jackson hace ya unos años, pero pese a su endeble guión que, a su manera, intentaba hacer un paralelismo bastante evidente con los mitos de la Biblia , tenía la suficiente sustancia y pulso narrativo, amén de unos efectos especiales más que interesantes para convertirla en un clásico inmediato. Su secuela, El príncipe Caspian, de guión infumable y fanatismo religioso un poco menos disimulado que en su primera parte, pero entretenida al fin y al cabo que es de lo que se trata, no se hizo esperar aunque resultó todo un jarro de agua fría para la Disney , pues la película de Walden Media no llegó a las expectativas de recaudación del mítico estudio.
Así pues, La travesía del Viajero del alba ya no pertenece oficialmente a Walt Disney, encargándose de su distribución Twentieth Century Fox, de paso sutituyendo a Andrew Adamson, director de las primeras entregas, por el competente Michael Apted (Amazing grace, Al cruzar el límite), pero parece que la magia de esta saga también parece haberse marchado con la Disney , pues nos encontramos con mucha diferencia con la peor de todas las entregas hasta la fecha y, lo que es peor, aburrida hasta la extenuación y falta de un mínimo de carisma o incluso de la épica de la que hacían gala las dos primeras partes.
De metraje bastante inferior (115 minutos frente a los más de 140 de las anteriores películas), y convertida oportunamente a un 3D, pero con prácticamente nada de relieve (atención a las caras de los personajes al principio y fin de la película: parece que les han atacado las caras una colmena entera), el film nos vuelve a colocar por enésima vez en la piel de dos de los hermanos Pevensie, quienes regresan a Narnia casi sin darnos tiempo a tomar asiento en la sala y, ni mucho menos, hacer un mínimo de presentación de los personajes, especialmente de Eustace, quien será protagonista de la próxima entrega, La silla de plata. Así, volvemos nuevamente a los dominios de Dios-Aslan para enfrentarnos a un misterioso enemigo invisible al más puro estilo La historia interminable, y pasar unas cuantas pruebas a modo de niveles de un videojuego para salvar el día en el reino mágico. El personaje del ahora Rey Caspian, interpretado nuevamente por Ben Barnes, completa un reparto francamente nulo a nivel interpretativo en favor de una historia que parece adaptada con prisa y desgana, pues es evidente que podía haber dado mucho más de sí.
Parece quedar bastante claro, no obstante, que el personaje de la malvada bruja blanca que antaño interpretara Tilda Swinton en la primera entrega sigue teniendo mucho tirón, ya que su breve e irrelevante aparición en la película no ha impedido a los responsables incluirla bien grande y visible en el cartel del film. De todo el film,se destaca una excelente escena de acción de lucha en el mar contra una enorme serpiente marina se salva. , hay que recordar que C.S. Lewis era un ferviente católico y, por tanto, su Narnia no deja de ser más que un mundo paralelo en el que Aslan el león es Dios y que imparte justicia en base a sus designios, solamente cuando se tiene una fe incondicional en él. Sin embargo, y pese a que en El príncipe Caspian ya era bastante evidente este mensaje (si no crees en Dios, no vencerás nunca), aquí ya directamente se dejan de sutilezas en la escena en la que los protagonistas se encuentran con el felino en un supuesto fin del mundo (cuyo concepto recuerda bastante al de los Valar de J.R.R. Tolkien) donde el final de la historia alcanza el clímax que jamás ha tenido hasta ese momento.
En definitiva, la mejor de las tres entregas, se puede apoyar el visionado de una película como La travesía del Viajero del alba. muy buena, tanto en producción como en guión, interpretaciones, dirección y desarrollo.
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